Elogio de la madrastra es la historia de Don Rigoberto, su segunda esposa, Lucrecia, y su hijo, Alfonso. Su vida familiar juntos parece ser feliz. Rigoberto, gerente de una compañía de seguros, pasa su tiempo preparándose para su esposa y coleccionando arte erótico. Pero mientras Lucrecia se dedica a él, ella tiene sus propias necesidades y pronto se convierte en el objeto de la atención del joven Alfonso. Con una observación meticulosa y una habilidad seductora, Mario Vargas Llosa explora la naturaleza misteriosa de la felicidad. Poco a poco, la sombra de la perversión oscurece la armonía de sus personajes.
Lucrecia acaba de cumplir cuarenta años, pero aún es una mujer hermosa y rebosante de sensualidad. Ese día recibe un regalo muy especial: su hijastro Fonchito le ha escrito una carta de felicitación que ha disipado todos sus temores sobre el futuro de su reciente matrimonio con don Rigoberto. La vida sólo parece ofrecerle bendiciones a Lucrecia.
Con la sabiduría del meticuloso observador que es y gracias a la seductora ceremonia del bien contar, Vargas Llosa nos induce sin paliativos a dejarnos prender en la red sutil de perversidad que, poco a poco, va enredando y ensombreciendo las extraordinarias armonía y felicidad que unen en la plena satisfacción de sus deseos a la sensual doña Lucrecia, la madrastra, a don Rigoberto, el padre, solitario practicante de rituales higiénicos y fantaseador amante de su amada esposa, y al inquietante Fonchito, el hijo, cuya angelical presencia y anhelante mirada parecen corromperlo todo. La reflexión múltiple sobre la felicidad, sus oscuras motivaciones y los paradójicos entresijos del poder putrefactor de la inocencia, que subyace en cada una de sus páginas, sostiene una narración que cumple con las exigencias del género sin por ello deslucir la rica filigrana poética de la escritura.
Sin embargo, los rizos dorados de Fonchito y su inocente mirada azul de niño no tardarán en revelarse como una de las máscaras que puede adoptar la maldad infantil. "?Era la niñez esa amalgama de vicio y virtud, de sanidad y pecado?". El tierno niño angelical que es Fonchito pertenece a esa larga estirpe literaria de niños diabólicos que juegan a la inocencia para conseguir sus fines. Meticuloso y sabio observador, y maestro del arte de narrar, Mario Vargas Llosa arrastra a una seductora ceremonia a sus lectores, que pronto quedan prendidos en la red sutil de perversidad que, poco a poco, va trastocando la armonía y la felicidad extraordinarias que unen a tres personajes: la sensual doña Lucrecia, la madrastra; don Rigoberto, el padre, solitario practicante de rituales higiénicos y fantaseador amante de su amada esposa; y el inquietante hijo de don Rigoberto, Fonchito, cuya angelical presencia y anhelante mirada parecen corromperlo todo.