Historia de un Deicidio

Historia de un Deicidio

Cada vez que Mario Vargas Llosa llega a México para promocionar la publicación de un libro nuevo, todos los medios de comunicación desempolvan a sus expertos de cultura para que citen los títulos de las obras más conocidas del autor. Así, vemos desfilar a nombres como La ciudad y los perros, la hermosa e inolvidable La casa verde, Conversación en la Catedral, La guerra del fin del mundo, La feria del chivo... Tampoco se olvidan de citar Los cuadernos de Don Rigoberto y la sensacional Pantaleón y las visitadoras (ya convertida dos veces en película). Otros, más avispados, llegan a Los jefes y Los cachorros.


Como influencias en el universo creativo de García Márquez. En especial, Vargas Llosa cita párrafos completos de un artículo de García Márquez que permaneció doblemente olvidado -porque los únicos lugares donde se podía encontrar eran en la hemeroteca y en este libro perdido- hasta que el texto se rescató en 1988. Se trata de Un hombre ha muerto de muerte natural, texto donde García Márquez hace un sentido homenaje a Ernest Hemingway con motivo de su muerte. Fue publicado en México en la Cultura, suplemento del extinto periódico Novedades, el 9 de julio de 1961. García Márquez en este artículo defiende la figura y obra del escritor estadounidense, su disciplina en la escritura, su actitud ante la vida; para asombro de algunos de los más profundos admiradores del colombiano, víctimas de la moda actual de considerar al norteamericano y a su obra como ejemplo de misoginia, asesinato de animales, alcoholismo y otras lindezas estereotipadas. En el caso de Faulkner, Vargas Llosa señala no sólo influencias en el primer estilo de García Márquez (La hojarasca) sino en la estructura del universo macondiano. Hay un cierto paralelismo entre Macondo y el pueblo faulkneriano de Jocnapatauwah: ambos son el ómbligo del mundo para sus autores. Vargas Llosa también menciona a otros autores como elementos en el crisol literario del colombiano: Jorge Luis Borges, Daniel Defoe, Rabelais, Albert Camus, Las mil y una noches y las novelas de caballería.


Pero dedica parte del libro a la relación entre Virginia Woolf y García Márquez: aquí el peruano no se centra en el contenido sino en la influencia estilística de la corriente de conciencia, que tan bien manejó la escritora inglesa. Otra parte valiosa del libro que Vargas Llosa "olvidó" es la dedicada a lo Maravilloso Cotidiano, fuente inagotable de sorpresas en la obra del colombiano y que el mismo Vargas Llosa usó en otras formas plasmadas como, por ejemplo, en La casa verde. En forma gentil, Vargas Llosa recorre los mecanismos de la escritura de García Márquez, los muestra y comparte con los lectores como sólo lo puede hacer un amigo. Así, se ven con ojos de conocedor empático a Aureliano Buendía, a Ursula Iguarán, a Amaranta Úrsula. Si alguna vez alguien tuvo capacidad crítica para servir de Virgilio guiador por los recovecos del universo macondiano, ese fue Mario Vargas Llosa en este libro.


El enfriamiento de la amistad, de manera oficial, se debió a diferencias ideológicas y políticas que se centraron en la Revolución Cubana y en la figura del comandante Fidel Castro. Hasta la fecha, Vargas Llosa es un crítico ácido del régimen cubano al que tacha de dictatorial y antidemocrático; mientras que García Márquez jamás ha ocultado su amistad personal con Castro y el apoyo a su gobierno. El chisme literario de esa época adjudicó la separación a problemas sentimentales de un supuesto triángulo amoroso. Las causas de la ruptura entre los dos escritores no sólo afectaron una amistad personal. Por desgracia, se hizo extensiva a los lectores latinoamericanos porque este rejuego creativo-crítico entre los dos autores cesó.


Quienes vivieron esta etapa del boom latinoamericano a principios de la década de los setenta recuerdan ese ir y venir literario donde los escritores intercambiaban ideas y hasta personajes. Por ejemplo, García Márquez retomaba al personaje de Lorenzo Gavilán, creación de Carlos Fuentes en La muerte de Artemio Cruz, y lo incluía en el universo de Cien años de soledad para hacerlo morir en Colombia durante una protesta popular contra las compañías plataneras, lejos ya de México y su Revolución. El estudio literario de Vargas Llosa sobre García Márquez, del cual sólo se tiró la Primera Edición compuesta por 20 mil ejemplares, abarca desde los primeros cuentos hasta Cien años de soledad, y analiza algunos textos sueltos que después el colombiano reuniría en La increible y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada. A lo largo de 667 páginas de esta edición ya descontinuada y que el peruano jamás volvió a reimprimir por muchísimos años, Vargas Llosa entra a la obra del autor colombiano y guía a su lector con precisión analítica por un laberinto creativo donde se entiende el humor de García Márquez, su perspectiva popular, su amor al pueblo colombiano.


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