Embajador en el Infierno

La obra narra la odisea de los soldados de la División Azul que, capturados por los rusos en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, quedaron prisioneros en los campos de concentración soviéticos.
La obra narra la odisea de los soldados de la División Azul que, capturados por los rusos en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, quedaron prisioneros en los campos de concentración soviéticos. Luca de Tena recoge en esta narración las memorias de uno de estos hombres, el capitán Teodoro Palacios Cueto, que asumió el mando de los españoles y se erigió en defensor de sus derechos durante sus once años de cautiverio. He aquí un documento histórico de gran interés y a la vez un relato intenso y apasionante.

Las jovenes generaciones desconocen una gesta de españoles del siglo XX que no desmerece nada de otras legendarias proezas como la de los Trece de la fama de Pizarro; la de los héroes de Baler o últimos de Filipinas; o las batallas libradas por Blas de Lezo. Transcurrió hace 70 años, cuando la División de Voluntarios, más conocida por División Azul, luchó en el frente ruso contra Stalin. Iban encuadrados dentro de la Wehrmacht alemana, pero no combatían contra los aliados, ni esa expedición significaba que España entrara en la Guerra al lado de Hitler, sino que combatían exclusivamente contra el comunismo.

Trescientos de ellos fueron hechos prisioneros por los soviéticos y pasaron 11 años de cautiverio. Sobrevivieron 220 hombres, con el capitán Teodoro Palacios al frente, que fueron repatriados en 1954 a España. Su gesta fue narrada por el periodista y escritor Torcuato Luca de Tena en su famosa novela ‘Embajador en el infierno’ (Premio Nacional de Literatura). Lo que nadie sabía hasta ahora es que el escritor se inspiró en la declaración jurada que hizo el capitán. El blog del general Dávila saca ahora a la luz, después de seis décadas, un resumen del relato de Palacios. Es un testimonio en primera persona que apunta jugosos detalles omitidos por Luca de Tena.

Por ejemplo, la batalla en la que se vio envuelta la División Azul el 10 de febrero de 1943, que fue decisiva. Los combates entre rusos y divisionarios que se desarrollaron aquella mañana en las afueras de Kolpino, a una veintena de kilómetros de un Leningrado sitiado, están narrados por Luca de Tena. Sin embargo, en la declaración jurada, que obra en poder del general Rafael Dávila, constan, hora a hora, los avances del Ejército soviético en su lucha por controlar y rebasar el frente encomendado a la División Azul.

Durante la refriega, y a tenor de lo aparecido en ‘Embajador en el infierno’, la primera y segunda sección bajo el mando de Palacios se replegaron hacia una posición desde la que poder abatir al enemigo sin por ello ser rodeados por las muy numerosas tropas soviéticas. Fue un repliegue táctico, no una huida. En su declaración, Palacios recuerda que el repliegue fue “sin haber recibido órdenes mías”. Pero, lejos de criticar esta actitud, la justifica al “verse envueltas [las secciones] por un fuerte contingente enemigo”.

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