Lituma en los Andes

Lituma en los Andes

El cabo Lituma y su adjunto Tomás Carreño (Tomasito) son destinados a Naccos, una población muy pequeña situada en los Andes peruanos. Durante su estancia en la pequeña y aislada localidad, desaparecen de manera misteriosa tres de sus habitantes. Los guardias civiles iniciarán sus pesquisas sumergiéndose en las creencias y leyendas andinas muy arraigadas en la población, y temiendo que detrás del suceso esté la sombra de la guerrilla de Sendero Luminoso.


Durante la investigación, conoceremos un montón de historias entrelazadas. Por un lado, la historia de amor entre Tomasito y Mercedes, a través de las conversaciones nocturnas que mantienen ambos guardias civiles. Estas conversaciones están escritas de una manera original. El narrador es Tomasito y explica su historia en tercera persona, viéndose en perspectiva en su propio romance y de tanto en tanto Lituma, interviene dando su opinión sobre aspectos de la narración. Esto me resultó algo desconcertante, pero una vez te habitúas, hasta te gusta, parece que estés presente en la conversación. Por otro lado, encontramos diferentes historias de personajes que se van cruzando con la guerrilla. Mediante estas historias, Vargas Llosa nos muestra su visión de Sendero Luminoso. Una guerrilla con una ideología heredada del comunismo revolucionario y adaptada al desarraigo y a la pobreza de las personas que la forman. Su nexo de unión no es una ideología que no acaban de entender, sino la pertenencia a un grupo, a una especie de familia. Veremos como las ideas fijas e incuestionables de la guerrilla se contradicen con sus actos llevados a cabo contra la población campesina, donde los juicios populares sirven como excusa para llevar a termino venganzas personales. Es entonces, cuando la justicia popular que reclaman se vuelve injusta.


Y por último, encontramos toda la cultura mitológica que embriaga la realidad de las poblaciones campesinas de los Andes, en cuya lógica mística se justifican el miedo a lo inexplicable y a lo desconocido. Todo un mundo de supersticiones y creencias, entre los que hay seguidores y guías, como si de una religión se tratara. Conoceremos seres de la cultura popular andina como los pishtacos (bandoleros solitarios que asaltan hombres y mujeres que viajan solos y distraidos para extraerles la grasa) y los mukis (duendes o diablillos mineros que habitan en el interior de la mina). Es en este terreno, donde Lituma encuentra grandes diferencias culturales entre los pueblos del interior del Perú, aislados por la orografía y arraigados en las tradiciones y costumbres. Y los pueblos costeños acostumbrados al contacto multicultural y con una visión más científica del mundo. Si bien muchos achacaban estas diferencias entre la población peruana criolla y costeña y la población autóctona de las montañas peruanas a la raza, Lituma se reafirma en el comentario de una amiga que le decía: "No nos distancia una raza sino una cultura".


La indiscutible maestría de uno de los mejores novelistas contemporáneos en lengua española se hace patente en estas páginas, que constituyen un impresionante mosaico de situaciones humanas a las que sólo un escritor como Vargas Llosa podía dar tanto dramatismo y profundidad. En un campamento minero de las montañas del Perú, el cabo Lituma y su adjunto Tomás viven en un ambiente bárbaro y hostil, bajo la constante amenaza de los guerrilleros maoístas de Sendero Luminoso, y debatiéndose con misterios sin aclarar que les obsesionan, como ciertas desapariciones inexplicables; está también la historia íntima de estos personajes, sobre todo la de un antiguo amor de Tomás, que se va contando en forma de episodios intercalados como un contrapunto de recuerdos al drama colectivo. El aliento mítico de la narración, en la que se entrevén otras muchas siluetas enérgicamente trazadas, infunde una extraordinaria vida a realidades que se observan de un modo implacable y minucioso. Esta novela obtuvo el Premio Planeta 1993.


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